Cuántas veces habré hecho de tu gesto una ilusión, de tus
muecas y tu rostro espejismo de un ilustre sentimiento; que nace, que crece y
que al final muere cada vez que latimos a un mismo compás.
Tan corto el momento que apenas retomo fuerzas para observarte
y estimarte en silencio; como un tabú, como un anhelo que poco a poco prende y
me calcina por dentro.
Uso los versos que nunca me escribiste y cada nota que no me
dedicaste como éxtasis de mi delirio y resistencia que alimenta esta ficción en
la que permanentemente vivo. Noche y día atizas mi conciencia sin ni siquiera
imaginar estas sensaciones que produces en mi tan pronto como comienzo a
recordarte.
Y es justamente esta la falta que invade mi cuerpo, el
presentimiento de que sea donde sea que te encuentres, de mi vida has
desaparecido sin intención de regresar más que como imagen que aviva si cierro
los ojos tumbado sobre el tálamo.
Jamás hubieras llegado a intuir esta huella que en mi marcas
e inmerso en tus detalles, deshago mi camino lambando, recordando que este amor
por un día, un instante, era el rey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario