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sábado, 29 de marzo de 2014

Diecinueve ventinueves

Quisiera contarte las palabras que hoy para ti he escrito, confidentes de no imaginas cuantísimas emociones que relatan una larga experiencia de siete ventinueves de marzo.
Guardo en mi memoria el precioso recuerdo de nuestra historia en común, compuesta de los detalles del inicio de nuestra madurez, de la progresiva conversión de niñas en mujeres; de las más ingenuas curiosidades y de la forma en que estas perdieron su inocencia; de viajes y de tantos y tantos encuentros y despedidas que en especial durante este año nos hemos visto en situación de experimentar.
No puedo hablar más que de suerte por haberte encontrado y conocido tus mejores cualidades. Tu entera disponibilidad para Escuchar sea el momento que sea, tu lealtad, tu entrega y esa naturalidad con la que siempre muestras tu opinión más sincera. Y porque, para qué engañarnos, tu sola persona define mi concepto de amistad. 
Estoy increíblemente agradecida a la vida por haberme puesto en tu camino y, en mis manos, la oportunidad de construir contigo tantísimas vivencias y verlas crecer cada día más y más.
Todo lo que puedo pedir ahora es que después de esta séptima felicitación, vengan una octava, novena... y así como años estemos destinadas a vivir.



domingo, 9 de marzo de 2014

Que esto solo empieza

No puedo evitar pensar en los caprichos del destino, que a veces como castigo y otras como una gran recompensa, se enfilan día tras día en nuestras vidas.
Hay quién venera al karma, y sostiene firmemente que si son buenas las cosas que nos pasan, es porque hemos hecho méritos para ello. Y, en realidad, hablando en términos de justicia, no puedo dejar de creer que sea cierto.
Es por eso que a veces el presente nos regala la ocasión de atar todos los cabos sueltos que dejamos en el pasado: la posibilidad de reencontrarse con gente a la que aún tienes muchas palabras que entregarle, de revivir momentos que no acabaron como uno quería, de recuperar las oportunidades que perdiste...
El problema de la mayoría de nosotros es que todavía no hemos aprendido a valorar las segundas oportunidades, y lejos de agradecerle al destino lo que hace por nosotros sucumbimos de nuevo al temor por las consecuencias de nuestras actos.
Si te ofrece su mano no pierdas tiempo dudando, tómala, deja que baile contigo, porque aún tiene muchas que obsequiarte.