Guardo en mi memoria el precioso recuerdo de nuestra historia en común, compuesta de los detalles del inicio de nuestra madurez, de la progresiva conversión de niñas en mujeres; de las más ingenuas curiosidades y de la forma en que estas perdieron su inocencia; de viajes y de tantos y tantos encuentros y despedidas que en especial durante este año nos hemos visto en situación de experimentar.
No puedo hablar más que de suerte por haberte encontrado y conocido tus mejores cualidades. Tu entera disponibilidad para Escuchar sea el momento que sea, tu lealtad, tu entrega y esa naturalidad con la que siempre muestras tu opinión más sincera. Y porque, para qué engañarnos, tu sola persona define mi concepto de amistad.
Estoy increíblemente agradecida a la vida por haberme puesto en tu camino y, en mis manos, la oportunidad de construir contigo tantísimas vivencias y verlas crecer cada día más y más.
Todo lo que puedo pedir ahora es que después de esta séptima felicitación, vengan una octava, novena... y así como años estemos destinadas a vivir.
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